sábado, 26 de marzo de 2016

martes, 15 de marzo de 2016

Este no será un buen año, lo presiento


El 2015 fue un gran año, hermoso para mí porque fue el año del autoconocimiento
El 2014 fue más o menos, 
2013 malo muy.
Tenía 23 años y fui indolente y perversa
no reconocía límites de ningún tipo.
Este año me voy a meter en una cueva (en la cueva de la austeridad total) y saldré adelante para quitarme una mochila pesada de encima.
Nada de salir y hacer cualquiera,
El año que viene sí, no va a haber problema
todo estará permitido y los poemas que escriba no van a ser tan pobres
Siempre me pregunté por qué muchos de nosotros queremos terminar las cosas.
Hace unos meses mi prima me mandó un audio de whatsapp para decirme que la novela que le había recomendado de Sara Gallardo era una mierda
Que no se la bancaba más, y no soportaba al indio psicótico que hablaba
la tenía que terminar igual
Porque las cosas que se empiezan se terminan
Qué ridículo suena eso y sin embargo, acá estoy, con un proyecto del que nadie habla

igual, a mí me gustó mucho esa novela.

domingo, 13 de marzo de 2016

La contratapa que escribió Marina Yuszczuk para Éramos punk sin saberlo (2016) ❤




Bienvenidos a la juventud de Flavia Garione, una especie de Wonderland marplatense, un territorio que se explora para levantar lo maravilloso como chicles pegados en el piso. Pero si ese lugar está encantado es porque un grupo de chicos y chicas lo recorrieron para bañarse en sus arroyos, cortarse las rodillas en las piedras de sus playas o comer pizza en una plaza: en este libro, eso es la juventud, un estado caótico de exploración que se acerca al hastío, algo que se acaba, una melancolía precoz porque ya no se baila como antes: “No fue hace tanto en realidad/ Éramos arrastrados por un poder maligno y bueno a la vez/ Y ahora/ Hace tiempo/ no pasa/ no sabemos por qué/ Llega la noche y todos esperamos el momento de bailar/ pero en cambio/ cantamos canciones tristes en la casa de melisa/ hacemos karaoke de canciones que escuchábamos con nuestras familias”.
Rodolfo Kuhn dirigió en 1962 una película que se llamaba Los jóvenes viejos, donde unos chicos de traje (que ahora miramos y nos parece que tuvieran cuarenta, porque la juventud no es una propiedad estable) iban a Mar del Plata y tomaban alcohol en la playa como el último límite –ante el mar, desconocido, frío- en el que podían encontrar una experiencia nueva, algo que los sacudiera. Medio siglo después, Flavia escribe poemas en el celular y se sorprende porque el fin de la fiesta no coincide con el fin del mundo: “no lo puedo creer/ todavía es de noche/ y el mar choca violentamente/ contra las rocas”.  Este libro termina justo al borde de ese mar turbulento, del que nada puede decirse todavía.

miércoles, 9 de marzo de 2016




Soñé que iba a un recital de Ringo Starr. Él estaba joven y vigoroso. En un momentos nos decían que no era Ringo sino Harrison. Su cara era la de Ringo. Nos enterábamos ahí, era el hermano perdido de Rodrigo. Ambos habían nacido en una fábrica de cerveza durante la segunda guerra mundial. Me parecía verosímil y hasta obvio. Nos invitaba al detrás de escena de su recital, me ponía un vestido blanco y antiguo y bajábamos los dos del brazo por una escalinata de mármol. Yo estaba perdidamente enamorada de Ringo, me parecía la persona más divertida e interesante del planeta. Eso, en el sueño, no se manifestaba como un conflicto. A fin de cuentas mis preguntas eran ¿Me dará bola para siempre? Digo, es Ringo y es maravilloso. 

miércoles, 2 de marzo de 2016

Más pesadillas

1
Estamos haciendo un fogón, todas personas desconocidas y algunas conocidas. Es de noche. Se abre un agujero en el cielo y empiezan a caer objetos del espacio:
ramas
palitos

Todos aplauden y festejan esa situación como un acontecimiento. De repente, empiezan a caer reposeras. Empiezo a correr. Las reposeras caen al lado mío. En un momento caen rayos, aunque son rayos de dibujito o de plástico y no lastiman.

2
Es el casamiento de Ipi, pero todo sucede en otro hotel. En Miami. Estoy borracha dando vueltas por el casamiento. Hay un desnivel terrible y caigo un montón de metros. No me hago nada porque hay un sillón mullido y caigo lentamente, parada. Todos se ríen . Alguien filma el accidente y lo sube a youtube. Los invitados me muestran que el nivel de visitas aumenta. Yo no pienso en nada, más bien me enojo por otra cosa y me voy del casamiento tirando una jarra de vidrio y haciendo un escándalo.

consumo



Quiero decir que por primera vez estiré la billetera y fui a una fiambrería cara.
 Me compré 200 gramos de salamín con especias que me salieron una fortuna y pagué con débito. 
Es el mejor que comí en mi vida, su calidad es insuperable. 
Está cortado, en un taper en la heladera. Todos los días paso, robo una feta y sigo mi camino.
 La impresión que me queda al final del día es que ese salamín es infinito.